¿Os acordáis de con un seis y con un cuatro aquí tienes tu retrato? Al segundo teníamos una carita super graciosa, y así nos pasábamos las horas de clase, dibujando en una esquinita de la hoja, o al margen de ese libro de historia, tan aburrido que hacia que nos distrajéramos y no prestáramos atención. Después le seguía una larga sucesión de juegos como el OSO, o TRES EN RAYA, y/o el AHORCADO (aquí se iban añadiendo rayitas según convenía). Pero el nivel máximo de distracción se daba cuando implicaba a todos tus compañeros, y consistía en pasarse un papelito con un mensaje en tono sarcástico y/o jocoso, que podía hacer referencia a la «profe» o no, y el juego se acababa cuando el mensajito llegaba a sus manos. Acto seguido venia la pregunta, ¿quién ha sido? nadie contestaba, nos quedábamos en modo Frozen, y tengo que decir, que existía una especie de solidaridad, de encubrir al pionero de dicha hazaña, y como consecuencia nos castigaban a todos a quedarnos en clase en la hora del recreo. Que castigo más llevadero, eso no era un castigo, era una manera más, de alargar esas risas recordando lo que había pasado hacía un rato. Doy gracias a mis compañeros de clase por darme tan buenos momentos, y a la «profe» por supuesto, por ser tan benévola. Por cierto, sigo haciendo retratos.
