Son las ocho de la mañana y sí, ha llegado la hora de enfrentarte a la «temida profesora de matemáticas». Se abre la puerta, ahí está ella, dirigiéndose hacia su mesa, decidida, y poniéndose sus gafas, pronuncia la esperada frase: «García, a la pizarra», ya no hay escapatoria un sudor frío se apodera de ti, y ahí va el «perdón profe, pero es que hoy no me encuentro muy bien«, y te diriges hacia la pizarra, una vez allí, coges un trozo de tiza, y lo estrujas con todas tus fuerzas, borras lo que había escrito del día anterior, y empolvándote cara y manos, te dispones a escribir a fin de resolver esas interminables raíces matemáticas, que si raíz cuadrada, que si raíz al cubo, ¿cuántas raíces geométricas más? La temida profesora de matemáticas, es consciente de lo mal que lo estás pasando y por eso, se solidariza contigo e intenta que otro compañer@ te ayude, y a continuación pregunta: «alguien quiere salir a la pizarra?, nadie se lanza. Está claro, no tiene nada que ver, invitarte a salir que obligarte a hacerlo, así que cuando las cosas se hacen por obligación, una de dos o no salen o no salen bien.
Problema resuelto.
No solo es Storytelling 