Cuántos de nosotros hemos dicho en alguna o varias ocasiones; ¡prometo que no voy a beber más! Sí ayer me pasé, bebí hasta la saciedad y claro hoy se avecina un día complicadísimo, dolor insoportable de cabeza, ese sonido o más bien, ruido que sigue retumbando en mis oídos, y el estómago a punto de centrifugar, pero para no adentrarnos más en mi mal estado, no queda otra que activar mi GPS en busca de algún medicamento o fármaco existente; «dirígete hacia la cocina, sigue recto por el pasillo y al final del mismo gira a la derecha, allí habrás llegado a tu destino», ¡pues bien! abro el armario y encuentro una gran variedad de cajitas por suerte no caducadas de antiestaminicos, antiinflamatorios y el deseado «Gelocatil». Bien, esto me ayudará a sobrellevar este «mal trago». Precisamente anoche fue de eso, de un «mal trago», pero ¿en qué momento me despisté y no supe parar a tiempo? pues, no logro recordarlo, a ver si empieza a hacer efecto, ¡ahhh sí!, ya sé, mis amigas son las causantes de este gran daño. Si sales de fiesta con ellas y las complaces bebiendo a todo lo que te inviten, no lo dudes, ¡estás acabad@!. De todas maneras y una vez habiéndome tomado el deseado… sabéis lo que os digo? que me quiten lo «bailao».
