La palabra manía es muy curiosa, y además me resulta un tanto divertida y peculiar, al igual que algunas de las expresiones que la contienen, ¿quién no ha dicho alguna vez? «es que la profe me tiene manía«, o ¡ufff! «que manía le tengo a este trasto viejo, cualquier día me deshago de el», o más vulgarmente conocida (tono de voz elevado), » que mania le tengo, cualquier día le pego una patada que lo tiro al container». Asimismo y consultando de nuevo la RAE, veréis que la primera definición de mania es la siguiente: preocupación caprichosa y a veces extravagante por un tema o cosa determinados. Y en segundo lugar, nos encontramos con: afición exagerada por alguien o algo. Leyéndome estás dos acepciones, me quedo un poco más tranquila y puedo afirmar que no soy una maniática compulsiva. Lo que yo padezco (diagnosticado por mí misma), es una obsesión por el orden, y es que tengo la necesidad de colocar los objetos en una posición determinada, y si alguien me los mueve, cambia, altera o modifica, os lo confieso,(con cara de tener pocos amigos), me crispo y exclamo, ¡¡qué mania tienes en dejar las cosas fuera de su sitio!! ¿Y sabéis qué? Pues, me pongo otra vez a ordenarlo todo ¡con mucho cuidado!,
¡ay que mania más tonta me ha entrado!
