Dicen que por un hij@ se hace cualquier cosa, lo ¡puedo corroborar! ¡es cierto!.
Para situaros, una de las protagonistas de este relato es mi madre, la otra ya os lo podéis imaginar, soy yo.
Pues bien, hace ya algunos años decidimos ir a la playa, bolsa en mano, chanclas y ¡cascos!
¡Venga súbete mama cógete bien!
Barceloneta ¡allá vamos! (la tengo al lado), las dos fardando en mi «Piaggio Liberty 50» plateada. Ese día no había mucha gente, era entre semana. Con la tontería estuvimos un buen rato, comimos, nos reímos, conversamos y entre cosas tomamos el sol y nos bañamos…vaya, ¡que lo disfrutamos!
Cuando os he dicho que por un hij@ se hace cualquier cosa… no sólo eso sino que además, acabas confiando tanto en él o en ella que aunque sepas con certeza que algo va mal, da igual es tu hij@ y ¡no hay nada más que hablar!.
Allí estaba ella con sus cremas faciales y corporales, factor 20, 30 y 50. Pero de nada le sirvieron, en la bolsa se quedaron cada vez que pretendía ponérselas yo le decía seria y convencida;
_Mama no te pongas que este sol no coge_
_¿tú crees ? me preguntaba ella.
Y cuando veía que quería intentar ponérselas de nuevo, le decía; _Mama no te pongas crema, que este sol no quema_
Bueno, bueno si tú lo dices, y así estuvimos las ¡6 horas! Cuando ya estábamos cansadas de sol y arena, ¡sorpresa¡ ¿qué no coge? Pero reina si ¡nos hemos quemado! ¡nena, nena que insolación hemos pillado! Me dijo ella
La verdad es que ni el pareo por encima pudimos llevar puesto ¡nos habíamos chamuscado!
¿Y ahora cómo nos sentamos así en la moto?, me preguntó…nos dolía, nos picaba y nos escocia todo, ¡qué sensación!
¡quemaduras de segundo grado! me dijo ella,
¡Pero para que te habré hecho yo caso! ¡quién me mandara a mí, sabiendo lo que pasa! repetía ella.
Y así fuimos por toda la Via Laietana, calle Mallorca y calle Calábria ella medio enfadada, y yo con el casco puesto riéndome a carcajadas, y cuanto más la oía más me reía. Al llegar a casa y mirarnos en el espejo, mi madre se rió no lo puedo evitar.
¡ay por favor vaya pintas… si no fueras mi hija!
Mi hermano que en casa estaba, al vernos entre el sofocón que llevaba mi madre y el aspecto de pan tostado quemado, nos preguntó; pero ¿que os ha pasado? ¿de dónde salís?
Ella respondió; que te lo cuente tú hermana porque como diga yo algo dirá ¡que no le he hecho caso!
