OVEJAS, FÁBULAS Y MORFEO

Esta noche me ha costado bastante conciliar el sueño, hacía años que no me ocurría. Cuando era más  pequeña me pasaba a menudo, y como la costumbre de contar ovejitas me funcionaba, me he puesto de nuevo a contarlas. Blancas y negras, todas han ido desfilando, saltando y balando junto a los más de cien números que ¡por lo menos he ido contando!.

Habrá a quien este infalible método le funcione, en mi caso, ¡no ha habido suerte!

¡Fijaos si he contado ovejas que hasta incluso ha venido el lobo!, sí sí el mismo que ¡viste y calza!, ¡el que intenta comérselas! y que además también aparece en muchas otras fábulas.

Quizá el vasito de leche me ayude a dormirme, por lo que me he levantado para preparármelo, y al igual que a este «animal tan feroz» de los cuentos, me ha entrado hambre así que he decidido tomármelo con galletas «Maria, con las de toda la vida», y deciros que ¡las he devorado!.

Después de este atracón nocturno; ¡me duermo seguro! pero «ni ovejas, ni leches«.

¿Será que esta noche Morfeo en vez de dármelo, me ha quitado el sueño?.

Leí hace tiempo que este Dios griego era hijo de Hipnos (sueño) y Nix (noche), que unión más lógica.

Morfeo (Μορφεύς, de μορφή ), que para quien lo desconozca significa en castellano «forma», se dice que con sus alas volaba trasladándose a cualquier lugar para aparecer en los sueños adaptándose y transformándose precisamente en forma o figura humana.

Y ya que, según la mitología griega y por supuesto gracias a Morfeo podemos soñar, espero que «estéis en brazos de este» y que tengáis dulces sueños, ya que por lo que a mí se refiere «ni ovejas, ni leches»