DESTINO

Y nos hicimos aquella pregunta ¿dónde está Lluc, alguien lo ha visto? Salió a pasear hace ya más de dos horas, contestó Paula.

Ha dicho que no tardaría, que iba hasta la iglesia para contemplar desde lo alto lo pequeño que se ve el pueblo. En ese momento, todos nos miramos desconcertados pensando en las contundentes palabras de Marina. Todos sabíamos que Lluc no estaba bien, llevaba un tiempo deprimido sin motivo o causa aparente. Por más que quisiéramos ayudarle, era muy difícil acceder a él por culpa de la desgana a la que se veía sometido.

¿Quién sale a buscarlo?, yo mismo, exclamó Marc, te acompaño replicó Andreu.

Sin perder ni un minuto y conscientes de que estaba oscureciendo, los dos amigos se apresuraron envueltos en un sudor frío.

Esa mezcla de preocupación y esperanza era la que nos mantenía unidos.

No nos podíamos imaginar lo que nos depararía el destino, su destino.

Mientras tanto ahí estábamos, sentados alrededor de la chimenea todos en absoluto silencio. Sólo se oía el crujir de la leña.

De repente, y tras unos fuertes golpes se abrió la puerta. Unas voces alarmantes anunciaban el trágico desenlace de una historia que se había escrito para que tuviera un desenlace feliz, aunque no fue así. Lluc se había despeñado por aquel monte acompañado únicamente del sonido del campanario.

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